En todos estos años de trabajo en consulta atendí problemas de pareja relacionados con desamor, amor adictivo, obsesiones, celos y el estrés en las relaciones. La desesperanza se da cita en los consultorios alrededor del mundo. Los pacientes llegan descreídos, haciendo duelo por un amor por el que apostaron con todas sus fuerzas pero que se les fue de las manos.

En ellos, se lee la tristeza de la perdida de los ideales románticos, la desolación por la falta de compañeros reales, la mano tendida que nadie toma. Vínculos familiares rotos, parejas que se
transformaron en enemigas, hijos mezquinos que no se acercan a sus padres, amigos que traicionan, hermanos que se alejan por un pedazo de herencia. Ya no creen en nada. Fueron estafados por ideales culturales que les prometieron un paraíso que no existe y, en su lugar, solo encuentran un desierto.

Sin embargo, pienso que podemos encontrar las grietas por donde reconstruir la vida. Un nuevo comienzo, nuevas redes, una nueva manera de amar.

¿Podemos creer todavía en el amor? ¿Cuál es el amor que sobrevive en las relaciones de la sociedad moderna? ¿Cuáles son los criterios que pueden ayudarnos a mejorar nuestras relaciones?

Sin caer en recetas fáciles ni felicidad glamorosa, podemos pensar que existen ciertas herramientas que nos ayudan a construir nuestros vínculos en un marco de dignidad y respeto. Es necesario volver a colocar el amor y los afectos en el lugar de importancia del que nunca debieron haberse corroído. En la sociedad de nuestros días, su espacio fue ocupado por el consumismo, por el éxito efímero, por los ideales económicos, por comportamientos adictivos para no sentirse vacíos.

Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos a algunas parejas que han logrado construir, a través del tiempo, un lazo solido y afectuoso. Son personas que han trabajado su vinculo y demuestran una gran inteligencia emocional en el manejo de sus conflictos. Aprendieron a quererse.

La pareja, uno de los vínculos mas complejos, íntimos y duraderos, se construye sin que nadie nos haya enseñado las herramientas. Así como nadie nos enseña a ser padres o madre, nadie nos enseña a amar.

No pretendo que con un simple articulo como este, se aprenda a vincularse. Eso requiere práctica, y un profesional que ayude en el proceso. No obstante, mi experiencia como terapeuta de adultos con problemas de pareja, me ha revelado algunas falencias que pueden ser trabajadas con herramientas sencillas y practicas para afrontar adecuadamente los conflictos.

Pensar en la pareja implica revisar las expectativas irreales sobre el amor romántico, la comunicación, la sexualidad, las creencias. Es importante que sepamos hasta donde se puede mejorar el vínculo, si todo es negociable, si se trata de aceptar en lugar de pretender cambiar, o si hay cuestiones que no tienen retorno.

Creemos que, en las parejas duraderas que atraviesan una crisis (claro, no todo es perfecto en ellas), siempre es bueno reflexionar, aprender, y entender lo que está ocurriendo. Muchas veces, se podrá seguir adelante y será una turbulencia enriquecedora. Y cuando no sea posible continuar, ayudara saber lo que paso para seguir creciendo en el aprendizaje de la vida.

Al final del camino, solo nos quedan los buenos afectos. Todo lo demás será un recuerdo. Lo que vale, lo que cuenta, es la mano de aquellos que amamos, la alegría de saber que están cerca, la posibilidad de reírnos y llorar juntos, la sensación gozosa de dar, el cálido placer de recibir, las palabras de aliento, las caricias amigas.

Podemos estar muy bien, pero no aislados.
Podemos estar sin pareja, pero no solos.
Podemos estar en pareja y sentirnos desolados.
Podemos tener de todo y sentirnos miserables.
Porque, como dijeron alguna vez los cuatro sabios de Liverpool, todo lo que necesitamos es AMOR.

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